Alrededor de año 1880 el Estado argentino acentuó la inserción del país en el mercado mundial. Eso implicó una relación estrecha con quien venía haciendo de metrópoli desde 1810, Gran Bretaña. En principio, con una relación comercial, y a partir de la profundización industrial en Inglaterra, ya considerada como el taller del mundo, con fuertes vínculos financieros. Esto permitió, por una parte, el asentamiento de numerosas familias procedentes de Inglaterra en nuestro país, a tal punto que a fines del siglo XIX llegaban a cincuenta mil, y por otra parte, que se incrementarán los viajes de barcos ingleses a la costa argentina.
Los marineros y funcionarios extranjeros sorprendieron a todos cuando en las riveras o en los terrenos adyacentes de los puertos practicaban fútbol. Fue así como esa actividad echó raíces en nuestra tierra y se convirtió, con el paso del tiempo, en el deporte más popular de la Argentina.
Los descampados y los baldíos favorecían a los espontáneos partidos y a los famosos desafíos. Además, no podemos olvidar que se trataba de un deporte práctico para el cual se necesita solo una pelota, por ello el tributo a la vieja pelota de trapo. Mientras que los arcos se podían establecer con algunas latas o un poco de ropa. Poco a poco este juego prendió en los sectores más populares de la ciudad y se convirtió en una actividad integradora. Así nacieron los clubes criollos.
En Santa Fe la historia no fue distinta, la gran actividad portuaria de la provincia ayudó a convertir este deporte en uno de los favoritos. Tal es así que en los comienzos del siglo pasado se comenzó a gestar lo que hoy es la más grande institución de la ciudad. La simple actividad cotidiana de un grupo de niños que se reunían por placer a jugar al fútbol, fue lo que dio forma a este gigante. Difícil es, a la distancia, imaginar aquellos primeros pasos, difícil es creer que de aquellas sencillas reuniones de amigos surgiera el imponente club que hoy se alza en el barrio Centenario. Sin embargo, difícil es pensar de otra manera, ya que el disparador inicial, la piedra fundamental, el primer ladrillo de esta institución, está dado por el amor, la amistad y la voluntad de un grupo de jóvenes, que con esfuerzo y tesón, llevaron adelante la idea de un club que supera todas las expectativas que alguna vez, cualquiera de sus fundadores, podían haber imaginado. Porque así nació Colón, de los lazos de una amistad, del sentimiento de una pasión compartida por un deporte que desde muy pocos años se instalaba en la Argentina.
Este grupo de chicos santafesinos optó por el fútbol como un pasatiempo y como un entretenimiento. Niños de edad escolar que día tras día se reunían para hacer rodar la pelota en un terreno baldío ubicado al este de la ciudad. Los hermanos Ernesto y Adolfo Celli, Atilio Badalini, Ricardo Cullen Funes y su hermano Guillermo, Geadá Montenegro, Mariano Rodríguez, Helvecio Fontana, Juan Adán Leyes, Juan y Atonio Rebechi, Humberto Sosa, entre otros, eran los nombres de algunos de los chicos que conformaban este grupo de amigos.
Con el paso del tiempo, el compañerismo creció aún más, como así también el cariño por el deporte y ante este marco tan favorable comenzó a gestarse la idea de formarse como club. En una tarde de mayo de 1905, los chicos pasan a buscar a Rebechi por la casa para darle forma a la creación, pero la madre les dice que estaba estudiando historia y no podía salir. Al retirarse se acuerdan que su maestra de escuela les había dado como tema para estudiar los viajes de Cristóbal Colón. Aníbal Rebechi propone dar este nombre al club. De esta manera y con la aprobación de todos los integrantes del grupo se pasan a llamar “Colón Foot-Ball Club”. Ese 5 de mayo de 1905, se bautiza un club que había nacido hacía ya tiempo, años atrás, sellando la férrea amistad de un grupo de amigos. Se podrá decir que un origen tan íntimo y familiar no dejó testimonios escritos, pero si dejó antecedentes en cada uno de los corazones de los hinchas sabaleros que hoy se multiplican por miles.
A partir de ese entonces, el club toma forma en las tardes de fútbol en “el campito”, como lo había sido siempre, y en las reuniones en la casa de alguno que amablemente hacía funcionar su hogar como sede la flamante institución.
La inundación provocada por el río Paraná en 1905 dejó bajo el agua el habitual campo de juego de los muchachos y junto con ello paralizó las obras del nuevo puerto de Santa Fe. Obra que justamente desde el 10 de octubre de 1904, fecha en que fue colocada la piedra fundacional, amenazaba con inutilizar las extensiones del terreno del cual se habían apropiado los chicos tiempo atrás. Pero mientas tanto, “El campito” seguía siendo el lugar para jugar de local, ya que era frecuente disputar un picadito frente a otros barrios. Esto dio pie a uniformar los colores de la vestimenta que cada uno de los chicos utilizaba, el rojo y negro de una barcaza fueron los elegidos para representar al querido club.
En un acto más de voluntad y compromiso, comenzaron a reunir fondos a través de colectas para poder pagar las camisetas que habrían de fabricarse en Rosario. Las indicaciones para la misma eran precisas: la mitad del lado derecho negro y la mitad del izquierdo rojo, pero para sorpresa de todos, cuando las recibieron, notaron que hubo un error en su confección. Se invirtieron los colores. Es decir, el lado derecho rojo y el lado izquierdo negro. Lo cierto es que esos colores y su disposición se mantuvieron, ya que todos los integrantes acordaron conservarla. Al poco tiempo de usarla, se enteraron que otro club del sur de la ciudad usaba casacas similares, por lo que se decidió hacer un partido desafío, y aquel que ganara el encuentro podría quedarse con los colores. Quizás uno de los partidos más importantes que jugó Colón en su historia, ya que literalmente se puede decir que fue un partido por la camiseta, sin sueldos, ni contratos, ni primas. Por los colores rojo y negro del amado club. Cuesta imaginar la presión, el entusiasmo, la pasión con la que se jugó ese encuentro. Se podrá decir que el destino estaba escrito o no, pero lo cierto es que Colón ganó y con ello atesoró en lo más profundo de su corazón a los colores rojo y negro que hoy hacen emocionar a la mayoría de Santa Fe. El primer logro de Colón, el primer trofeo, el título: “la camiseta”.
El agua del Paraná ya había bajado y el puerto de Santa Fe tomaba forma, la nueva estación portuaria hablaba a las claras de las ideas que rondaban en la Argentina a principios de siglo, el progreso ilimitado, “la belle epoque”, la elegancia en los sectores más pudientes se asociaba a lo europeo, la moda de París, marcaba los pasos de los atuendos femeninos, la dureza del corsé llegó hasta 1910, la cintura tenía que medir 50 cm., conocida como talle avispa.
La vestimenta masculina pasaba por la elegancia, de Londres, un saco ligeramente entallado, chaleco de cinco botones, camisa con cuello y puños duros intercambiables, bastón y sombrero. El resto de la población se mimetizaba en función de su posición social: boina, alpargatas y sencillas vestimentas de telas sufridas y fuertes. Por su parte, la actividad cultural adquiría relevancia con la inauguración del Teatro Municipal.
Todo esto pasaba en la ciudad mientras que los chicos de Colón seguían marcando el rumbo de la institución, haciendo frente a un obstáculo difícil de sortear: los avances del puerto dejaban cada vez menos lugar para practicar el fútbol en el histórico “Campito”. Por eso, tuvieron que buscar un nuevo hogar, un nuevo terreno que sea propio. Así fue que se mudaron al extremo opuesto de la ciudad, al oeste de lo que es ahora Avenida Freyre. Luego de un adecuado acondicionamiento del terreno, donde voltearon árboles y se nivelaron sectores, se colocaron los arcos que eran desmontables. Ese terreno traía consigo una pequeña casilla que se utilizaba como sede de las reuniones sociales.
El 4 de junio de 2021 se convirtió en el día más importante para la historia del club, al consagrarse campeón por primera vez en la máxima categoría del fútbol Argentino, obteniendo la Copa de la Liga Profesional 2021. El equipo, dirigido por Eduardo Domínguez, ratificó su buena campaña en una final soñada y se impuso por 3:0 ante Racing Club, en el estadio San Juan del Bicentenario.