La canción “Vayan pelando las chauchas” de Canario Luna es un clásico himno dedicado a la selección de fútbol de Uruguay, conocida como ‘la celeste’, creado como un elemento de motivación de los jugadores de la selección de ese país. Incluso se dice que fue escuchada y entonada por los futbolistas en los momentos previos a ingresar al campo de juego en el partido ante Brasil por el Mundial del año 1950, conocido como el “Maracanazo”, en el que la Celeste se coronaría campeona. Su autor, conocido por su estilo de música popular y su conexión con el pueblo, utilizó esta canción para unir a los uruguayos en torno a un sentimiento común de orgullo y pertenencia.
Algunos consideran que el “vayan pelando las chauchas” tiene que ver con que cuando el fútbol era amateur en Uruguay, se solía tener como costumbre que después de un partido se preparaba una comida, por lo que el equipo perdedor era el encargado justamente de pelar las chauchas para la ensalada, como un castigo o “prenda” por la derrota.
Sin embargo, la explicación tal vez más aceptada se relaciona con su proveniencia del lunfardo, en el que pelar significa vencer, prevalecer, triunfar o desplumar, y pelar la chaucha es “ganar en el juego”. Entonces, la repetición de la frase ‘Vayan pelando las chauchas’ puede interpretarse como una metáfora de preparación y esfuerzo, sugiriendo que, aunque el trabajo sea arduo, el resultado valdrá la pena. Se entendía la frase, entonces, como un llamado a la acción instando a los uruguayos a prepararse y a dar lo mejor de sí mismos, tanto en el campo de juego como en la vida cotidiana.
La marcha sabalera nace en el año 1965 y tiene su origen en aquella canción. Es que corría la temporada y el equipo que buscaba el ascenso a la Primera División del Futbol Argentino estaba integrado por varios jugadores uruguayos, entre los que se destacaban Orlando Medina y su hermano Gisleno, quien había encabezado en su juventud la murga “Omni”. Amantes de la música tradicional de su país y como una manera de mantener cerca sus orígenes, los uruguayos disfrutaban de los ritmos representativos de su tierra, y poco a poco fueron logrando introducirlos entre los demás jugadores del equipo.
Ante el gran momento futbolístico por el que atravesaba el equipo y la sensación de algarabía que reinaba en la ciudad, Gisleno Medina junto a sus compatriotas comenzó a imponer la marcha entre sus compañeros del plantel, modificando la letra de la famosa canción uruguaya, adaptándola a nuestra institución.
Cambiaron el “donde juega la celeste” por “donde juega el sabalero”, el “uruguayos, sangre de campeones” por el “sabalero, sangre de campeones” y agregaron algunas estrofas. Se convirtió entonces, en el canto de motivación de ese equipo que lograría el objetivo y colocaría a un equipo de Santa Fe por primera vez en la máxima categoría. Fue así que nació la marcha sabalera, que se convirtió en símbolo de una etapa victoriosa y entró rápidamente en el corazón de todos nuestros hinchas:
“Vayan pelando las chauchas
Vayan pelando las chauchas
Aunque les cueste trabajo
Donde juega el «sabalero»
Donde juega el «sabalero»
Todo el mundo boca abajo
Aquí vienen los campeones
Aquí vienen los campeones
Derrochando su coraje
Y jugando a la pelota
Y jugando a la pelota
Ya no hay nadie que lo ataje
«Sabalero», sangre de campeones
«Sabalero», garra y calidad
«Sabalero», sangre de campeones
«Sabalero», garra y calidad.”